Artículo publicado en Diari de Tarragona el 2 de noviembre de 2017
El pasado martes en Bruselas el Ex president Puigdemont, realizó una graves
acusaciones a la justicia Española, la acusó de no garantizar sus derechos, de
que no existen garantías para un juicio justo, e incluso llegó a decir que
existe impunidad de la extrema derecha. Creo que todo ello merece ser
analizado, aunque ya por sí solo resulte a todas luces incierto.
En relación a lo último, la referida impunidad de la extrema derecha,
quizás convenga recordarle a nuestro ex presidente que justo esta semana los
ultras que entraron en Blanquerna se les ha ordenado el ingreso en prisión con
penas de hasta cuatro años, y que, los que agredieron a manifestantes en
Valencia, fueron identificados, detenidos, y están pendientes de juicio.
Nuestra Administración de justicia no es perfecta, somos muchos los que
criticamos su tradicional carencia de medios, los defectos de muchas leyes procesales,
entre ellas la Ley de Enjuiciamiento Criminal, y a tenor de las declaraciones
del abogado del Sr. Puigdemon, Jaume Alonso Cuevillas, sobre la necesidad de
contar con más tiempo para preparar la defensa y que la citación prematura
puede producir indefensión, debo darle la razón. Efectivamente, uno de los
problemas de nuestra justicia es su lentitud, pero en algunos casos los
abogados nos vemos conminados a preparar la defensa no en días, ni siquiera en
horas, sino en minutos y todo ello desde la aprobación de la reforma parcial de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, sobre procedimiento para el enjuiciamiento rápido e inmediato de
determinados delitos y faltas, y de modificación del procedimiento abreviado
mediante la Ley 38/2002. En estos supuestos los abogados debemos asesorar a
nuestro cliente si aceptar la pena solicitada por el fiscal, y obtener así una
rebaja de la misma, o indicarles que hay causa para obtener una absolución en
el juicio Oral todo ello en minutos, de pie o sobre el mostrador en el juzgado
de guardia, ya se que no son delitos tan graves como la sedición o la rebelión,
pero para el ciudadano sometido a juicio seguro que es el más importante. Nos
gustaría que la ley permitiera un cierto margen para un estudio más sosegado de
un asesoramiento que puede llevar a la privación de libertad.
Pero resulta sorprendente que, quien ahora se queja de la premura de las
citaciones judiciales, ha tenido en su gobierno un Consejero de Justicia con
las competencias en dicha materia trasferidas. Consejero que nunca ha mostrado
queja alguna a la situación del enjuiciamiento en juicios rápidos; es más, si
indagamos en el trámite parlamentario observamos que la “paternidad” de la mencionada
ley, la que obliga a los abogados a preparar la defensa en minutos, se la atribuía
CiU en el pleno del Congreso de los Diputados que aprobó la ley, y así el
diputado Sr. Silva decía: “Señorías, el
Grupo Parlamentario Catalán debe congratularse, y así́ lo hace, de que una
iniciativa como la introducción o el refuerzo en nuestro ordenamiento jurídico
de los juicios rápidos e inmediatos, que entendemos que es paternidad del Grupo
Parlamentario Catalán pueda ser
objeto de aprobación inicial por el Congreso en el día de hoy” (Diario de
sesiones del Congreso de los Diputados de 27 junio de 2002). Por ello resulta
hoy paradójico que, quien pertenece al mismo partido -o a su sucesor PDCAT-, pida ahora más tiempo para preparar la defensa,
cuando en la ley, cuya paternidad reclamaron no se contempló para los abogados
en los juicios rápidos. Pero tampoco goza de mayor tiempo el abogado que asume
la defensa de un detenido por cualquier delito grave, -asesinato por ejemplo-
tendrá como mucho para preparar su defensa las 72 horas en que como máximo
puede tardar la puesta a disposición judicial y por lo tanto su declaración y
la comparecencia del articulo 505 de la Lecrm. para la adopción de medidas
cautelares. En definitiva, pues, los abogados de los miles de ciudadanos que en
España han sido detenidos no han dispuesto de más de 72 horas para preparar su
defensa, la mayoría de ellas sin tener copia del atestado hasta el momento de
la declaración. Coincido con el profesor Alonso Cuevillas de que nos gustaría disponer
de más tiempo, pero también debemos recordar un principio de igualdad ante la
ley, ¿hay alguna razón especial para que el Sr.Puigdemont no sea igual al resto
de ciudadanos españoles?
El ex presidente también ha acusado a nuestra justicia de carecer de
imparcialidad y de que no puede garantizar un juicio justo. Y qué mejor que
acudir a las estadísticas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos para saber
si la afirmación del Sr, Puigdemont tiene algún fundamento o si es otra de las
acusaciones infundadas que ha dirigido a nuestro Estado. Pues bien, en el
periodo 2014-2016 las sentencias condenatorias por haber infringido los
derechos humanos, entre ellos el derecho a un juicio justo, en cada uno de los
países con jurisdicción del Tribunal nos dan datos muy reveladores de la
calidad de la justicia en los países europeos; así, en dicho periodo se condenó
por vulneración de los derechos humanos a Suiza en 14 ocasiones, 13 a Suecia,
67 a Francia, 17 a Holanda, 1 a Alemania y 5 al Reino Unido, a España se la
condenó en 8 ocasiones. Como puede verse estamos mucho mejor que los países de
nuestro entorno, aquellos a cuya sede acude ahora el Ex President a intentar
poner en evidencia nuestro sistema judicial, que, con defectos, es según parece
mucho más seguro que el de la mayoría. Y si analizamos las estadísticas desde
1979, cuando España firmó el tratado, observamos que estamos muy por debajo de
la media de condenas, incluso de la media de los países de la UE. Por ello,
solo podemos concluir que el Sr. Puigdemont miente cuando dice que en España no
puede garantizarse un juicio justo. España es un Estado de derecho homologable
a los restantes países europeos, siempre mejorable, por supuesto. En España
existe la independencia judicial, a diferencia del diseño del nuevo estado que
pretendía implantar la ley de transitoriedad jurídica, donde ésta desaparecía ya
que los jueces habrían sido nombrados por el poder político.
Sr. Puigdemont ya no cuelan sus mentiras.
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