sábado, 1 de septiembre de 2018

Donde está el fascismo (II) (contestación al artículo de Lluís Agustench)



Artículo publicado en Diari de Tarragona el 1 de septiembre de 2018

El pasado día 29 de agosto, tuve la grata noticia que, después de varios años escribiendo en la Tribuna del Diari de Tarragona, alguien había contestado a mi artículo “Donde está el fascismo”. Artículo que por razones que desconozco, pero puedo intuir, se convirtió en viral en las redes sociales. Quien me conoce, sabe que nunca huyo del debate y que siempre he disfrutado con un buen contraste de pareceres, especialmente jurídico. Y con ese espíritu empiezo la lectura del artículo que en su integridad me dedica el compañero Lluís Agustench, bajo el título “De Catalunya, només n´hi ha una”, y en seguida me doy cuenta que mi ilustre compañero, en lugar de aprovechar las páginas de nuestro querido Diari en contrarrestar mi artículo con sólidos argumentos jurídicos -que estoy seguro posee-, dedica el mismo a descalificativos de ámbito personal, terminando, como es habitual en estos casos, cuando faltan otros argumentos, llamándome fascista.

Pero merece la pena analizar dicho artículo ya que recoge, con bastante fidelidad, lo que está ocurriendo en Catalunya. Ya el título del artículo recuerda uno de los lemas del franquismo que tanto menciona, -“Una, Grande y Libre”- y su contenido recuerda también  el de la Alemania nazi, a la que también hace referencia -Ein Volk, ein Reich, ein Führer ("Un pueblo, un imperio, un líder”)-. Por otro lado, nuestros ensayistas hispanos llevan un siglo hablando de las dos Españas, que tan bien describió Antonio Machado y después cantó Juan Manuel Serrat, pero de Catalunya solo hay una, y contradecirlo es grave anatema. Como dice mi ilustre compañero -cuestión que no pongo en duda- Catalunya tiene mil doscientos años de historia, pero no como nación independiente, como pretende hacernos creer, como muy bien sabrá el concepto de nación surge en el siglo XIX por lo que difícilmente existía hace 1200 años. Quizás mi docto compañero bebe de las fuentes del “Institut Nova Historia”, ese que dice que Cervantes escribió el Quijote en catalán pero que los malvados españoles lo destruyeron y tradujeron al castellano, o que Santa Teresa de Jesús era catalana y Colón, que no salió a conquistar América desde Palos de la Frontera sino desde Pals (Girona).

Pero sigamos, me recrimina que critique el artículo del president Torra, y da a entender que como el titulo del presidente es  el de “Muy Honorable” su honorabilidad no puede ser discutida, y es intrínseca al cargo, como “lider” indiscutible de la nación, de esa Catalunya única. No obstante nada dice de las feroces criticas al Jefe de Estado por su discurso del 3 de octubre del propio Sr. Torra, o las llamadas a regresar a su tierra que constantemente realizan a quien es la cabeza del partido más votado en Catalunya, aquí hay “bula papal” para criticar insultar y cuestionar, por eso habla de una única Catalunya esa que solo es suya.

Pero además, y aquí está la esencia de parte del problema de Catalunya, es que me acusa de haber dimitido -hace años- de catalán. Efectivamente uno de los problemas que ha fomentado el movimiento independentista es marcar y señalar a unos como buenos catalanes y a otros como malos catalanes; pero como mis orígenes son claramente catalanes, mis apellidos me delatan, no puede mandarme a casa y lo que hace es decir que he dimitido como catalán. He representado a Catalunya en organismos internacionales, he presidido el “Consell de l’Advocacia Catalana”, he formado parte del “Consell de Justícia de Catalunya”, el president Pascual Maragall me nombró en su equipo de asesores para implementar criterios de buen gobierno y transparencia en la administración de la Generalitat, entre otras muchas cosas, y todas ellas para mejorar nuestra Catalunya plural y rica. Y usted compañero Agustench ¿Qué ha hecho por Catalunya? ¿Qué ha hecho para poder dar carnets de buenos y malos catalanes?. No querido compañero, no he dimitido de catalán, todo lo contrario, quiero  una Catalunya plural, libre, democrática, porque nuestra tierra siempre ha sido ejemplo de tolerancia, y porqué no quiero que algunos puedan decidir quién es o no catalán, me siento más catalán que nunca, y por ello español, ese según usted es mi gran pecado, el que me excluye en su Catalunya única.

Nunca he negado, y quizás el no darse cuenta de ello desde algunos centros del poder, es una parte del problema, que el independentismo es una parte importante de la sociedad catalana, y que ello debe contemplarse en la solución a nuestros problemas. Y me hubiera gustado debatir con mi querido compañero, sobre las diferentes soluciones jurídicas, o la legalidad o no de un referéndum, o los efectos jurídicos del mismo, teniendo en cuenta que más de la mitad de los catalanes se negó a participar en él, y muchos de los que participaron lo hicieron votando en múltiples ocasiones como ha sido demostrado. O si lo que ocurrió el día 6 y 7 de septiembre fue un atentado a la democracia, o si el artículo 222 del Estatuto permitía la aprobación de la Ley de Transitoriedad Jurídica, o si en dicha ley los jueces los nombra el poder ejecutivo desapareciendo la independencia judicial de ese periodo transitorio, en fin me hubiera gustado haber iniciado un debate jurídico que seguro nos hubiera enriquecido a todos. 
Pero mi compañero optó por la descalificación personal, en señalarme como mal catalán, intentado con ello excluirme de su Catalunya única, y para finalizar y -como es habitual en la Catalunya de hoy- calificarme, cuando se carecen de otros sólidos argumentos, de franquista, simplemente porque pienso diferente a él. Por ello, cabe finalmente preguntarnos nuevamente a raíz del artículo de mi apreciado compañero Sr. Agustench, ¿Donde está el fascismo?