lunes, 4 de diciembre de 2017

EL PROBLEMA NO ES EL AMARILLO



Artículo publicado en Expansión el 4 de diciembre de 2017

Las administraciones públicas, son gobernadas por políticos, generalmente pertenecientes a partidos políticos, y ocupan el cargo temporalmente. Por ello, siempre se ha exigido una marcada diferencia entre las administraciones y el partido u opción política que las gobierna, precisamente en las dictaduras se confunden el partido y la administración, siendo ambas una sola cosa. Por el contrario, en democracia, la propia ley delimita perfectamente la administración pública de los partidos políticos.

Y es en periodo electoral, cuando esa neutralidad política de la administración, se exige que sea impoluta, y así lo recoge nuestra legislación electoral, al establecer en el art. 50.2 de la LOREG, la prohibición de cualquier similitud entre lo público y lo político.

Todo lo expuesto, y que resulta absolutamente elemental en cualquier democracia, es quizás mucho más simple y se basa en un concepto poco jurídico y mucho más humano: el respeto a los demás. Si realmente respetásemos la pluralidad no  haría falta ninguna norma.

Y llegamos a la situación actual, la Junta Electoral ha ordenado la retirada de las pancartas en los balcones de diferentes Ayuntamientos pidiendo la libertad de presos políticos y las iluminaciones con el color amarillo de algunas fuentes. El problema no es el amarillo ni las pancartas, el problema es la falta de respeto a la pluralidad política que representa la utilización de lugares públicos para anunciar un posicionamiento político. Es muy simple, tres partidos llevan en su programa la libertad de los presos y el resto no. Y la utilización de lazos amarillos es posicionamiento político de unos partidos que acuden a estas elecciones, y no me vale que es una cuestión de derechos humanos o de libertades individuales, es una cuestión política. Así pues, se están utilizando bienes públicos para un mensaje político, y eso solo puede entenderse de quien no respeta a los demás. Lo mismo ha ocurrido en Cataluña en relación a las banderas estelades, la utilización de una bandera que representa una opción política de solo una parte de la población catalana en lugares públicos por parte de muchos Ayuntamientos, solo se explica por la falta de respeto a los restantes ciudadanos y la carencia de convicciones democráticas de quien así actúa.


Pere Lluis Huguet Tous

@perehuguet