sábado, 9 de junio de 2018

Politica y ética



Artículo publicado en Expansión el 9 de junio de 2018

Desde que Aristóteles dividió el estudio de la política y la ética, parece que cada vez existe más distancia entre ellas. Me explico,  lo ocurrido la semana pasada en España, si bien políticamente supuso un ejercicio de madurez democrática, facilitando algo esencial como es la alternancia, éticamente la intervención de los lideres de los diferentes partidos dejó mucho que desear.
La tramitación de la moción ha sido impecable, roto el tabú del 155, a nuestra democracia solo le quedaba el tabú de la moción de censura, que nunca había llevado a destituir un gobierno. Por ello, nuestra democracia, ya madura por el trascurso de los años, alcanza la semana pasada su plenitud, al destituir a un gobierno salpicado por una sentencia judicial que pone fin a un proceso con severas condenas por corrupción.
No así la ética de los que intervinieron, en menos de una semana muchos se desdijeron de lo que habían dicho. Desde un PNV que hacía escasos días pactaba un presupuesto, para dar estabilidad al gobierno y obtener importantes beneficios, a un Pedro Sánchez que describió su postura como radicalmente contraria a esos mismos presupuestos, alegando que “Somos un partido serio. Frivolidades, ninguna”, pidiendo elecciones anticipadas, y negando cualquier apoyo a los mismos, por atacar el estado del bienestar, entre otras muchas cuestiones, para pasar a defender el jueves que ejecutaría los mismos “malévolos” presupuestos.  Todo ello para comprar los votos del PNV, votos que a su vez ya habían sido comprados por Mariano Rajoy, a precio de oro.
O Pablo Iglesias, que de negar la investidura de Pedro Sánchez en la legislatura fallida, a desgañitarse el viernes después de la votación gritando en el hemiciclo “si se puede”.
Escribió Aristóteles, en Ética a Nicómaco definiendo la ética en la política: “donde depende de nosotros decir “no”, somos también dueños de decir “si”.  Juan Tarda fulminó cualquier teoría Aristotélica para decir que: “nuestro voto es un sí pero que es un no”,  simplemente para justificar un voto, que hacía pocas horas negaban a cualquiera que hubiese apoyado el 155. Y todo ello en compañía de sus socios del PdeCAT, quienes  manifestaron que solo votarían a favor de la moción de censura si se hablaba de los políticos presos, alegando incluso en su discurso que no se entendería el voto afirmativo ya que en Cataluña había mucho “dolor”. Todos ellos pasaron, sin mayores explicaciones, y tragándose todo lo dicho, a votar a favor de la moción de censura.

Si realmente queremos regenerar la política, quizás lo más fácil sería acercar la política a la ética, o como decía Aristóteles, la política debe estar supeditada a la ética.