Artículo publicado en el servicio de firmas de EFE el 15 de Noviembre de 2017
No reconozco la tierra en la que nací, no reconozco a mi Cataluña natal. Yo
nací y crecí en una tierra de tolerancia, abierta, en donde los amigos, todos
de ideologías diferentes, hablaban, discutían con pasión defendiendo sus ideas,
siempre desde el respeto mutuo, y luego nos reíamos. Siempre me ha resultado
aburrida la tertulia de los que piensan igual, y poder discutir, platicar e
intercambiar ideas era un forma maravillosa de enriquecernos como personas.
Todo eso ha desaparecido, bueno casi ha desaparecido. Ahora los grupos de
amigos pactan no hablar del “monotema” para evitar enfrentamientos personales,
qué triste, o simplemente se excluye al diferente para evitar situaciones tensas,
más triste aun. Ahora nuestra sociedad se ha polarizado, nos hemos
radicalizado, como si no fuera posible
llegar a un entendimiento; y por lo tanto, como si no fuera posible en la tierra del
“seny” y el pacto, convivir todos. Convivir es no solo compartir espacio, es
también poder exponer posiciones e ideas sin temer ser rechazado.
No reconozco a esa parte de Cataluña que aboga por provocar una crisis
económica en nuestra propia tierra simplemente para forzar entendimientos desde
el chantaje. Me indigna que se ponga en peligro lo que, entre todos, hemos
construido, simplemente por la incapacidad de obtener una mayoría suficiente
para avanzar hacia la independencia. Porque como dijo la noche electoral del
27S el Sr. Baños el 47,8 % de los votos solo servía para seguir avanzando para
buscar la mayoría y no para declarar la independencia. Esa mayoría que define el Tribunal Supremo de Canadá como
mayoría clara, en la Sentencia sobre el Quebec, que tanto gusta a los
independentistas, pero que, o no han leído o no han entendido. Reconozco aun
menos a esa Cataluña –antes europeísta y abierta- que es capaz de poner en
peligro la estabilidad de Europa, con ayuda de Rusia, simplemente para
favorecer los intereses políticos de una parte, para seguir con el chantaje,
esperando que un grave conflicto en Europa les dé, lo que en las urnas no
consiguieron. Y no me hablen más del
mandato del 1O, porque fue todo menos un referéndum democrático, no reconocido
por nadie, ni siquiera por sus observadores internacionales.
No reconozco a esa Cataluña intolerante, esa que simplemente por pensar
diferente pretende señalarte e insultarte. Esa de los que te dicen que les
sorprende que tú, catalán de ocho apellidos, no “estés con nosotros”, los que
piensan que el pueblo de Cataluña solo lo forma quien tienen apellidos
catalanes y los demás son, “los otros” y olvidan que Cataluña es lo que es hoy,
gracias a los miles de apellidos no catalanes que dejaron sus tierras y vinieron
aquí, a buscar una vida mejor pero también a construir la Cataluña que hoy
disfrutamos.
Y ahora se han convocado unas elecciones, elecciones que deben servir para
empezar a coser nuestra sociedad, es una realidad que hay una parte muy importante
de la sociedad catalana que aboga por la independencia, y otra que no. Pero lo
que no puede salir de la próxima contienda electoral es la continuidad del
enfrentamiento, tan legítimo es proponer la independencia de Catalunya como
defender lo contrario, siempre que utilicemos los cauces legales, y quizás aquí
estriba el problema y la solución.
En una sociedad democrática el respeto a las leyes, que democráticamente nos
hemos otorgado, es la base de la convivencia y eso se ha roto en Catalunya. Debemos recuperar el respeto a la Ley como base de esa
convivencia rota, es perfectamente posible que quien crea en la independencia
de Catalunya la defienda dentro del marco legal y luche precisamente para,
dentro de dicho marco, cambiar las leyes que hagan que sea posible la independencia,
ese es el juego de la democracia. En democracia no caben unilateralidades ni
imposiciones, solo cabe el convencer.
Y por ello, dentro del marco legal estamos obligados a encontrar una
solución. Recuperemos el espíritu que siempre ha caracterizado nuestra tierra,
recuperemos el pacto. Seamos capaces de reconocer que no siempre las cosas se
han hecho bien, que podemos mejorar nuestro marco de convivencia que es la
Constitución, olvidemos enfrentamientos, unilateralidades, y no tiremos a la
basura los casi 40 años de democracia, aprovechémoslos para avanzar, para
recuperar una sociedad abierta y tolerante. Debemos empezar a coser las heridas
desde el inicio de la campaña electoral.
Pero somos nosotros, los catalanes, los que estamos obligados a encontrar
nuestra solución, no esperemos que nadie nos la busque, no esperemos que la
Unión Europea o la ONU, o cualquier otro organismo, intente solucionar nuestros
problemas. Si no somos capaces de hacerlo nosotros, ponemos en peligro nuestro futuro,
nadie confiará en una sociedad que es incapaz de resolver sus problemas.
Quienes no creemos que la independencia de Catalunya sea el mejor de los
futuros, quienes creemos en una España unida y diversa, y en una Europa
multicultural, quizás debamos ver que ha llegado el momento de convencer y de
proponer. Debemos desde ya trabajar para que seguir juntos sea la más
ilusionante de las opciones.
Pere Lluís Huguet Tous
@perehuguet